Esta vez no entraremos en la polémica que puede surgir ante una nueva adaptación de un clásico, pues en este caso, a pesar de las virtudes y bondades que puedan tener sus antecesoras (Herbert Brenon en 1926 y Jack Clayton en 1974) o las diferencias con el original literario de Fitzgerald, nos encontramos ante una buena película.
Baz Luhrmann, haciendo honor a su pomposo y rimbombante estilo, nos trae una versión del original que se aleja de los cánones típicos, como ya hizo con su visión moderna y recargada de la obra de William Shakespeare, 'Romeo y Julieta' (1996). Este estilo al espectador no suele dejarlo indiferente, teniendo grandes detractores que lo tachan de hortera y ostentoso, pero que cinematográficamente genera un exceso visual, que personalmente, resulta atractivo.
La historia es contada por Nick Carraway, un aspirante a escritor que deja el medio oeste y llega a Nueva York en 1922 en una época de moralidad vaporosa, deslumbrante jazz, contrabandismo y en la que la Bolsa tiene su momento de gloria. Nick, buscando vivir su propio sueño americano, comienza a vivir en una casita junto a la gran mansión de un misterioso millonario, Jay Gatsby, que celebra las mejores fiestas de la ciudad. Al otro lado de la bahía viven su prima Daisy y su mujeriego y altivo marido, Tom Buchanan. De este modo, con ambos frentes abiertos, es como Nick se sumerge en el mundo de los ricos, donde todo es posible. Como testigo de esta vida escribe una historia de amor, imposible a la par que inquebrantable, mientras la tragedia va cubriéndolos con su sombra.
Otro de los grandes puntos fuertes de la película es el reparto, teniendo entre los más destables un genial Leonardo DiCaprio, quien ya participó anteriormente en 'Romeo y Julieta' con el mismo director, que vuelve a conseguir sorprendernos con su interpretación de Jay Gatsby. Parece que el personaje esté hecho para él, mostrándonos un enigmático multimillonario, soñador e inquebrantable que nos deleita con sus fiestas y emociona con sus valores y logros.
Tobey Maguire en su papel de Nick Carraway vuelve a redimirse tras su aparición en la criticable trilogía de Spiderman, trayéndonos un personaje inocente y soñador que a lo largo de la película vemos como, en mayor o menor grado, se va corrompiendo por la realidad que le toca vivir. Junto a él, la figura de macho dominante, mujeriego y de sangre azul que supone el personaje de Tom Buchanan, queda justamente interpretada por Joel Edgerton.
En cuanto al reparto femenino, destaca Carey Mulligan interpretando a Daisy Buchanan, una mujer dulce y romántica, a la par que inmadura e inestable en algunos momentos. Personalmente creo que es un personaje que termina resultando excesivamente superficial e incluso odioso, pero la interpretación de la galardonada actriz es más que correcta. Junto a la central Daisy, Isla Fisher y Elizabeth Debicki interpretan el resto del elenco femenino, caracterizando a Myrtle Wilson y Jordan Baker respectivamente.
El apartado musical de la película, alejado de la tónica jazz característica del libro, nos trae una composición que dada la pomposidad de la película, el tono utilizado por el director a lo largo de la historia, el despilfarro de las fiestas y la tensión emocional que posteriormente tiene lugar, no queda nada mal. Nos encontramos con una banda sonora en la que destacan artistas como Beyoncé, Jay-Z, Florence and the machine, Sia, Gotye o Lana del Rey. Como individualidades, la mayoría de los artistas que componen la lista apenas han llamado mi atención, pero lo cierto es que para la banda sonora no puedo verlos como una opción desacertada, a pesar de que como estilo musical no esté ni entre mis preferencias.