La editorial Dibbuks nos ofrece una nueva dosis de sangre, visceras y corrupción gracias a la quinta entrega de Doggy Bags, la que es probablemente la publicación más atrevida de la editorial y una de las más revolucionarias del mercado nacional actual.
Para los profanos en este universo, nos encontramos ante una colección que decide saltarse todas las convenciones sobre censura, abordando temas de lo más escabrosos y, en buena parte, desagradables a las mentes débiles.
La idea de este monstruo de celulosa es culpa de Run, jefazo del peculiar sello Label 619 de la editorial francesa Ankama Éditions, quién con semejante publicación rescataba el olvidado pulp que caracterizó a toda una generación, reuniendo en una publicación tres historias para adultos que evocaban las que en los años cincuenta incluían las publicaciones similares; tres tramas de carácter censurable independientes y políticamente incorrectas, rodeadas de anuncios, correo de los lectores y toda una serie de artículos de información que se alejan del cómic actual y se acerca más a una revista repleta de contenido.
En Francia, la colección ya tiene un total de 13 entregas, y esta quinta nos llega a nosotros para mostrarnos todo un volumen repleto de violencia, reuniendo en 112 páginas a todo color dentro de una rústica con sobrecubiertas tres historias que no dejan impune a nadie.
Doggy Bags vol. 5
La primera historia que encontramos en este volumen es Trapped, la cual ha sido escrita por El Puerto en un formato que parece alejarse un poco de lo habitual en el noveno arte para inclinarse más por un estilo peliculero, a lo cual ayuda el particularmente fluido dibujo que aporta Tomeus, que alterna entre la caricatura y la violencia más oscura.
La trama nos sumerge en un atraco cometido en las calles de Miami que sale especialmente mal cuando los dos perpetradores del delito se ven acorralados en un tiroteo con la policía de la ciudad.
Dispuestos a escapar a toda costa, los delincuentes terminan metiéndose por voluntad propia en el alcantarillado de la ciudad; un sombría lugar al que los miembros de la ley se niegan a entrar, conocedores de los terrores que se esconden en el subsuelo... Un reino de muerte y asesinato llevado a cabo por un monstruoso crocodilo.
La segunda historia es Rampage, que en esta ocasión nos saca de las cloacas para lanzarnos de cabeza al interior de la mente de Shawn Nelson, un exmilitar cuya vida de continua desgracia en un barrio residencial de San Diego lo ha lanzado al consumo compulsivo de metadona, lo cual ha temrinado de destrozar su ya de por si dañado cerebro.
Absolutamente seguro y convencido de que debajo del jardín de su casa hay una fuente de oro que le sacará de su mierda de vida, Shawn comienza a cavar en una espiral de locura que terminará llevándole a robar un tanque del ejercito, para atravesar con él las calles en unos minutos de absoluto terror para sus vecinos.
Una historia basada en el suceso que protagonizó el Shawn Nelson de verdad cuando se hizo con un tanque M60A3 Patton de una armería de la Guardia Nacional de Estados Unidos el 18 de mayo de 1994, y que en esta ocasión ha sido adaptado a las viñetas de la mano de Ducoudray con arte de Neyef.
La última de las historias es Death of a Nation, que nos lleva a un futuro alternativo en el que, tras sobrevivir a una plaga zombie, los muertos vivientes han sido utilizados para crear un parque temático dedicado a representar con ellos momentos históricos en los que sus clientes pueden matar a placer a los actores no-muertos, permitiendo que vivan su propio Vietnam.
Esta historia de Kartinka nos transporta a este peculiar parque de atracciones solo para ver como, al más puro estilo Jurassic Park, una decisión estúpida tomada por un trabajador obsesionado con una mujer termina desencadenando el más puro apocalipsis.
Una historia que supone el broche de oro (o de sangre) a un volumen de lo más completo que, sin lugar a dudas, recomendamos a todos aquellos a los que os encante la víscera gratuita.