Este XXIII Salón del Manga de Barcelona, Yowu Entertainment lanzaba al mercado el primer volumen de su nueva licencia: el manga ecchi Monster Musume no Iru Nichijou (モンスター娘のいる日常) obra original del mangaka Okayodo.
Abreviado como monmusu, este manga de tetica empezó su publicación el 19 de marzo de 2012 een la revista Monthly Comic Ryū de la editorial Tokuma Shoten, contando hasta la fecha con trece tomos recopilatorios.
Una adaptación a serie de anime se emitió entre julio y septiembre de 2015, y un juego para PC basado en la serie fue lanzado el 21 de diciembre de 2015. La serie se emitió en Japón en Tokyo MX, SUN, KBS, BS11, y AT-X, acompañada por una serie de cortos titulados Hobo Mainichi OO! Namappoi Dōga, los cuales fueron transmitidos semi-diariamente en el sitio de videos japoneses Niconico, Una OVA fue publicada con el decimoprimer volumen del manga el 12 de noviembre de 2016, dirigida por Tatsuya Yoshihara y escrita por Kazuyuki Fudeyasu, con animación de Seva.
¿Qué hace el gobierno cuando descubre que los seres mitológicos no son mera ficción sino que son de carne y hueso... y también de pluma, pezuña y colmillo? Pues crear nuevas leyes, por supuesto, ¡como el Convenio de Intercambio Cultural de Especies!
Cuando Kimihito Kuruso, de veintipocos años, se convierte en “voluntario” involuntario del programa gubernamental de intercambio para chicas monstruo, su vida cambia por completo. Una lamia llamada Miia se traslada a su casa, y él deberá encargarse de que la atractiva chica serpiente se integre a la sociedad.
Aunque de sangre fría, Miia arde en deseos por Kimihito. Sin embargo, el castigo por tener relaciones interespecíficas es muy severo. Para colmo de males, también se van a vivir con él una chica centauro de grandes pechos y una arpía ligera de ropas. ¡¿Cómo se las arreglará un joven de sangre caliente y con las hormonas revolucionadas?!
Bajo esta sinopsis se nos presenta el primer volumen de Yowu Entertainment dedicado a esta comedia con toque de romance ecchi entre especies, en un sobrio formato rústica que se aleja bastante del tankoubon al no contar con sobrecubiertas, pero aun así ofreciéndonos unas valiosas páginas iniciales a color.
Con estas condiciones nos encontramos ante un volumen que presenta a las tres primeras chicas que se unen al harem del protagonista, un personaje varón estándar sin demasiadas aspiraciones y aun menos voluntad que, por culpa de una asesora más bien vaga, irá viendo como su piso se va llenando de sensuales muchachas de razas fantásticas que, por algún motivo difícilmente identificable, pierden la razón por sus huesitos.
La primera en caer prendada del joven Kimihito es Miia, una lamia que, además de enamorarse perdidamente de su anfitrión humano, encarna las características más famosas de su especie: una belleza sobrenatural, una pasión fuera de lo común y unos celos que rozan la demencia.
La pelirroja chica serpiente ofrece un fanservice que llega a ser inesperado: además de unas tetas bastante a tener en cuenta y unas caderas de espanto, nos encontramos con que el autor ha situado sus genitales justo antes de que de inicio su cola de serpiente, y ha añadido un primer detalle bizarro (de muchos) a su complexión de lamia: la punta de su cola le pone cachonda.
Así es, esta chica monstruo no tenía suficiente con estar totalmente loca por agradar al protagonista e intentar tirarselo prácticamente en cada viñeta, si no que además el mangaka ha decidido convertir la punta de su cola en una especie de clítoris masturbable que, ya en el primer capítulo, nos deja con una cara de WTF digan de foto.
Por supuesto, la presencia de Miia y su obsesión posesiva por el rey del harem (sumada a ir más caliente que el palo de un churrero) será la primera piedra en un camino ya de por si complicado por los tratados entre especies, pero la cosa se pone grave enseguida con la llegada de la segunda chica monstruo...
Y lo siguiente es ni más ni menos que una harpía, una especie de niña de doce años con patas y alas de pájaro llamada Papi.
El tema es que Papi solo parece que tiene doce años físicamente, y realmente ya se encuentra en el mismo rango de edad de nuestro protagonista; un físico que debe al hecho de que los cuerpos de las harpías se desarrollan menso para poder ser ligeras y alzar el vuelo.
Puedo vero lo que ha hecho señor mangaka... que listo...
Lolicon rápido y fácil, a lo cual sumamos que Papi es bastante tonta, comportándose normalmente como una niña pequeña bastante ligera de cascos a la que le falta más de un hervor.
Más dolores de cabeza para el protagonista, ahora que además tiene a su cargo a una muchacha con cuerpo y mente de niña que, para comer polos, no puede usar las manos. Sí, fanservice a punta pala.
Para terminar de bordarlo, en este primer tomo vemos llegar a la tercera chica monstruo: Centorea Shianus, una centauro con una honorable conducta surgida de la fantasía caballeresca que además de tener la mitad del cuerpo de una yegua, cuenta con unas tetas gigantescas que dejan a las de Miia en evidencia.
Con la última adquisición, tenemos escenas de tetas para parar un tren en el resto de viñetas de este volumen, en el que vemos como Kimihito no para de reccibir mamporros y desgraciados accidentes a causa de su envidiable vida rodeado de escenas tan absurdas como gratuitas en las que termina pillando cacho de una forma u otra.
Acompañado de un dibujo excelente repleto de detalles y un dominio de las proporciones animales combinadas con el cuerpo humano digno de envidiarse, Okayodo nos ofrece una obra tan bizarra como divertida, en la que el fanservice es el eje de cualquier posible intento de trama.
Con estas condiciones nos encontramos ante un volumen que presenta a las tres primeras chicas que se unen al harem del protagonista, un personaje varón estándar sin demasiadas aspiraciones y aun menos voluntad que, por culpa de una asesora más bien vaga, irá viendo como su piso se va llenando de sensuales muchachas de razas fantásticas que, por algún motivo difícilmente identificable, pierden la razón por sus huesitos.
La primera en caer prendada del joven Kimihito es Miia, una lamia que, además de enamorarse perdidamente de su anfitrión humano, encarna las características más famosas de su especie: una belleza sobrenatural, una pasión fuera de lo común y unos celos que rozan la demencia.
Así es, esta chica monstruo no tenía suficiente con estar totalmente loca por agradar al protagonista e intentar tirarselo prácticamente en cada viñeta, si no que además el mangaka ha decidido convertir la punta de su cola en una especie de clítoris masturbable que, ya en el primer capítulo, nos deja con una cara de WTF digan de foto.
Por supuesto, la presencia de Miia y su obsesión posesiva por el rey del harem (sumada a ir más caliente que el palo de un churrero) será la primera piedra en un camino ya de por si complicado por los tratados entre especies, pero la cosa se pone grave enseguida con la llegada de la segunda chica monstruo...
El tema es que Papi solo parece que tiene doce años físicamente, y realmente ya se encuentra en el mismo rango de edad de nuestro protagonista; un físico que debe al hecho de que los cuerpos de las harpías se desarrollan menso para poder ser ligeras y alzar el vuelo.
Puedo vero lo que ha hecho señor mangaka... que listo...
Lolicon rápido y fácil, a lo cual sumamos que Papi es bastante tonta, comportándose normalmente como una niña pequeña bastante ligera de cascos a la que le falta más de un hervor.
Más dolores de cabeza para el protagonista, ahora que además tiene a su cargo a una muchacha con cuerpo y mente de niña que, para comer polos, no puede usar las manos. Sí, fanservice a punta pala.
Con la última adquisición, tenemos escenas de tetas para parar un tren en el resto de viñetas de este volumen, en el que vemos como Kimihito no para de reccibir mamporros y desgraciados accidentes a causa de su envidiable vida rodeado de escenas tan absurdas como gratuitas en las que termina pillando cacho de una forma u otra.
Acompañado de un dibujo excelente repleto de detalles y un dominio de las proporciones animales combinadas con el cuerpo humano digno de envidiarse, Okayodo nos ofrece una obra tan bizarra como divertida, en la que el fanservice es el eje de cualquier posible intento de trama.