Con este se termina por fin la historia de tres volúmenes, con una apoteósica conclusión de una obra que exuda calidad y documentación por los cuatro costados, una calidad que ya lució en tierras francesas bajo el sello Dargaud.
El álbum nos devuelve a la rutina de septiembre con otra icónica portada que en esta ocasión prescinde del amarillo del primer volumen para mostrar la silueta de Otsuya sobre un fondo de intenso rosa en el que podemos ver la telaraña y el predador que simbolizan el avance de la historia en este intenso número, el cual se presenta en un formato cartoné de 24 x 32 cm en cuyo interior encontramos 48 páginas a color.
En los volúmenes anteriores la situación nos situaba en Nagoya, dónde un joven llamado Yoshi abandonaba una vida como motorista de bandas para pasar bajo la tutela del maestro tatuador Horiseijun, considerado uno de los siete maestros del tatuaje de la nación nipona, quién lo adiestraría como digno heredero de la técnica manual de tatuaje tradicional del Tebori y hacerse cargo de sus clientes: la Yakuza.
Como tatuador de sus cuerpos, Yoshi se convertiría en un hombre de confianza para ellos, quienes durante las sesiones irían realizando confidencias sobre sus pasados y operaciones.
Pero el destino llevaría a Yoshi a conocer a Otsuya, una joven que además de robar su corazón, poco a poco iría ganando terreno en su vida hasta rebelarse realmente como un agente de la Interpol, cuyo único objetivo era poner sistemas de escucha en la sala de tatuajes para así descubrir todos los trapos sucios de la mafia japonesa en base a las declaraciones que estos realizan con sus confidentes japoneses.
Por supuesto, esto arroja a la desgracia tanto a Yoshi como al propio Horiseijun, quienes tras ser apresados por la policía se convierten en el principal objetivo de la Yakuza.
Rápidamente las grabaciones realizadas por Otsuya ponen a la policía en una caza de brujas sobre la delincuencia japonesa, pero estas acciones provocan que la bestia en el interior del viejo Takeshi Mitsumune. Pronto la operación policial se torna en una masacre imparable a manos de Takeshi, quién katana en mano se abre paso en Nagoya dejando tras de si un reguero de sangre, dispuesto a dar con quién haya sido el traidor.
Un violento camino que pronto le llevará hasta Yoshi y su maestro, ignorando las propias palabras del Oyabun de Tokyo para cobrarse su propia deuda de honor con Yoshi.
Pero el destino llevaría a Yoshi a conocer a Otsuya, una joven que además de robar su corazón, poco a poco iría ganando terreno en su vida hasta rebelarse realmente como un agente de la Interpol, cuyo único objetivo era poner sistemas de escucha en la sala de tatuajes para así descubrir todos los trapos sucios de la mafia japonesa en base a las declaraciones que estos realizan con sus confidentes japoneses.
Rápidamente las grabaciones realizadas por Otsuya ponen a la policía en una caza de brujas sobre la delincuencia japonesa, pero estas acciones provocan que la bestia en el interior del viejo Takeshi Mitsumune. Pronto la operación policial se torna en una masacre imparable a manos de Takeshi, quién katana en mano se abre paso en Nagoya dejando tras de si un reguero de sangre, dispuesto a dar con quién haya sido el traidor.
Un violento camino que pronto le llevará hasta Yoshi y su maestro, ignorando las propias palabras del Oyabun de Tokyo para cobrarse su propia deuda de honor con Yoshi.
Bajo esta premisa José Manuel Robledo nos presenta un final explosivo, dónde su impresionante historia sobre el universo del tatuaje asiático y la Yakuza se entrelazan con una pincelada de insinuada fantasía para terminar de bordar uno de los mejores relatos que hemos leído en mucho tiempo en el mundo de la novela gráfica europea.
A cargo del dibujo seguimos encontrando los magistrales trazos de Marcial Toledano, caracterizándose por un estilo que combina el manga con todo lo bueno del BD francés, dando como origen a unas viñetas maravillosas que retratan a la perfección la trama ofrecida.
José Robledo (Madrid, 1979), estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, conociendo en su primer año a Marcial Toledano (Talavera de la Reina, 1980). Desde 2001 y con la firma Robledo+mtv empezaron a publicar juntos en la revista de tendencias Belio Mgz; con la firma de Grupo Excéntrico y acompañados por Laura López, a participar en los Premios Injuve. En diciembre de 2006, Diábolo Ediciones editó una recopilación de la obra conjunta de Robledo y Toledano con el título de Monito Cádaver. En 2008, después de firmar un contrato con la editorial francesa Dargaud, ambos iniciaron la trilogía Ken Games, encargándose Robledo del guion y Toledano de los dibujos. Por esta obra de serie negra, fueron nominados en 2010 a mejor álbum, guion y dibujo, en el Salón del cómic de Barcelona y a mejor álbum en Expocómic. En el 2012 también para Dargaud, y colaborando con el guionista David Chauvel publican el libro Operación Felix, dentro de la serie WW2.2 En la actualidad José Robledo compagina su labor como profesor en la ESDIP junto a su trabajo de dibujante freelance y guionista y Marcial Toledano dedica todo su esfuerzo en concluir la nueva serie Tebori editada en Francia por Dargaud y en España por Diábolo.