Mes a mes aquí estamos una vez mas con un nuevo review de nuestros mangas regulares favoritos. En esta ocasión tenemos en nuestras manos un volumen de Norma Editorial, concretamente el tomo número 11 de Noragami, obra del dúo Adachitoka que lanzó la editorial el mes de Agosto.
En esta ocasión ya empezamos a entrar en terrenos difíciles alejándonos poco a poco de la serie de Anime y entrando en temática nueva, sobretodo ahora que parece estamos a punto de comenzar una nueva saga! A ver que es lo que nos espera en este número.
Pero antes, como siempre hagamos un repaso al tomo como tal. Este cuenta con una clásica edición en rustica con sobrecubierta y un tamaño de 11,5 x 17,5cm, la cual está protagonizada por Koto Fuyisaki, nada mas y nada menos que el padre de Yato. En su interior encontramos 192 páginas en blanco y negro mas 2 a color, la primera de ellas con una bonita estampa en acuarela de la mayoría de mujeres de la serie, acompañadas eso si por un pequeño miniebisu.
Noragami #11:
Yato finalmente se ha recuperado de su viaje al infierno y tras liberar a Nora ha decidido ser un dios legal y utilizar todas sus energías en ayudar a la gente, su único problema es que es un Dios de la destrucción y eso resulta complicado de encajar con lo de ayudar.
Por suerte para él Yukine es mas listo que el hambre y su propuesta será la de liberar el mundo de los Ayakashis que encuentren y que molesten a la gente.
Obviamente eso empieza siendo muy gratificante, pero también quiere decir que trabaja sin recibir donativos y sin que nadie se lo agradezca, así que poco a poco va perdiendo los ánimos.
Por suerte su día a día es lo suficientemente divertido y las batallas amistosas entre Yukine y Kazuma le ayudan y le entretienen, así como los múltiples trabajos con los que el shinki intenta que se involucre, pero Yato nota que algo falla.
Para intentar animarle decidirán ir nuestros tres protagonistas a un parque de atracciones, concretamente a Capibaraland donde se hicieron realidad las mayores pesadillas de Hiyori, motivo por el que empieza siendo bastante reticente a ir. Pero por suerte para todos al final hace de tripas corazón y empieza a divertirse con Yayo y Yukine.
Lo que nadie sabe es que mientras ellos viven sus aventuras diarias hay alguien en la sombra controlando a los Ayakashis, justamente el padre de Yato, quien reencarnado en un alumno de instituto se hace pasar como un adolescente mas sin perder el momento para acercarse a Hiyori!
Si porque este chico que bien podría ser un cualquiera es realmente el que se le declaró a Hiyori, dejando claro que empieza a trazar un plan alrededor de su hijo.
Y dicho plan gira entorno a las memorias y recuerdos que aquellos mas cercanos a el, como los recuerdos de Yukine, su Shinki.
Este nuevo volumen que tenemos entre manos empieza alejándose poco a poco de la historia conocida, entrando recoveco a recoveco en nuevas tramas y nuevos problemas que nuestros personajes tendrán que solventar.
Toda la parte del parque de Capibaraland resulta realmente divertido y reconfotante porque siendo sinceros, estamos ante un volumen que aunque no es trascendental si que resula bastante drámatico. El problema es que se han justado dos historias tristes en muy poco espacio de tiempo y eso hace bajar levemente el ritmo del manga.
Obviamente la historia dramática a la que nos estamos refiriendo es a la de Kofuku y sus shinkis. Tiene que ser muy duro que una diesa como ella, que solo trae pobreza y mala suerte, se encuentre sola durante tanto tiempo por eso cuando nos hablan de su encontronazo con Dakoku podemos llegar a pensar que las penas de la diosa pasarían rápidamente. Lamentablemente no es así y juntos tendrán que afrontarse a algo todavía mas duro, el amor y la tristeza que provoca ser padres de un niño que no vive.
Pero cambiando de tercios y buscando el lado mas brillante de este manga, tenemos que decir que nos ha supuesto todo un giro de trama saber que el padre de Yato está realmente intentando ligar con Hiyori. Si, ese adolescente mono y gracioso oculta una personalidad retorcida y oscura que se ve incrementada cuando consigue el pincel del Infierno.
Curiosamente por mucho que Nora realmente sea hija suya parece que tampoco terminan de congeniar, estando mas centrado en la historia de Yato y de ese nuevo Shinki que le lleva por el buen camino, que por lo que pueda opinar la pequeña Nora.
Personalmente me deja con ganas de ver el camino que va a tomar esta historia ya que al final del tomo nos revelan un pequeño detalle del pasado de Yato que por ahora se desconocía, aunque no tardaremos mucho mas en saber quien era esa bella mujer llamada Sakura.
En cuanto al apartado artístico este no varia de lo habitual que podemos encontrar en otros tomos del manga. Personalmente me ha encantado ver a Kofuku y Daikoku con trajes tradicionales en una época en la que las cosas eran diferentes de la actual. Bien podríamos decir que esta pareja apenas ha mostrado cambios en sus diseños desde que aparecieron en los primeros cómics, por eso es de agradecer el verlos con trajes tradicionales mas apartados del uniforme de escolar al que estamos acostumbrados.
En cuanto a las escenas de acción, tampoco hay demasiadas al no tener batallas por delante a las que nuestros dioses tengan que enfrentarse, pero el exorcismo/ritual al que tiene que enfrentarse Yato por el recado que le manda Tenjin es realmente impresionante. La escena se nota acongojante con el humo y los recuerdos de la anciana. Toda una obra de arte que se merece bien los elogios.
En conclusión, estamos ante un nuevo número que poco a poco va avanzando en la trama y mostrándonos el nuevo peligro al que tendrán que afrontarse nuestros personajes. Si, es mas triste y oscuro que los anteriores, pero también nos ayuda a conocer nuevas facetas de estos dioses que tanto nos gustan.