Manga: Reseña de "Las caprichosas maldiciones de Sôichi" vol.1 Junji Ito - ECC Ediciones

Las caprichosas maldiciones de Sôichi
El pasado mes de mayo ECC Ediciones lanzaba al mercado la primera entrega de Las caprichosas maldiciones de Sôichi, una nueva serie del espeluznante mangaka Junji Ito, quién es de sobra conocido por estos lares gracias a su título Uzumaki, y cuyo primer volumen de esta nueva obra sigue completando la inmensa biografía que la editorial se encuentra publicando del autor.

La edición llegaba en un formato muy similar a las clásicas tankoubons japonesas pero en un tomo bastante gordo (algo similar a una bunkoban), incluyendo en esta primera entrega la friolera de 296 páginas en blando y negro, en una clásica edición rústica con sobrecubierta.

Una edición que alberga en su interior terroríficas historias que contienen toda la esencia de este peculiar autor, que nos deleita con unas tramas tan bizarras como originales que perturbarán nuestro sueño durante días.



Las caprichosas maldiciones de Sôichi
Las caprichosas maldiciones de Sôichi
Nos encontramos ante una obra que, como es bastante habitual en el gran Junji Ito, se compone de toda una serie de relatos cortos que poco a poco van profundizando en un caso o en una serie de personajes.

En esta ocasión, todos los relatos giran en torno a un siniestro muchacho llamado Sôichi, un rebelde y escalofriante niño de primaria que volverá locos al resto de personajes a lo largo de las historias aquí relatadas.

Todo da inicio cuando los hermanos Yûsuke y Michina son enviados por sus padres de vacaciones de verano a casa de unos parientes lejanos en una zona más bien rural llamada Fukazawa. Allí los acoge la familia Tsujii, formada por abuelo, padre, madre, una hija y dos hijos.

Mientras que todos los miembros de la familia son enternecedores y amables con los nuevos invitados, proporcionándoles una acogida y unas vacaciones ideales, el hijo menor se convierte en el miembro en discordia en esta situación.

Las caprichosas maldiciones de Sôichi

Las caprichosas maldiciones de Sôichi
Y es que Sôichi es un niño que se pasa de raro, que prefiere permanecer en su habitación sin mantener contacto con nadie excepto con sus muñecos, tratando fatal a todos los demás y, por si fuera poco, chupando clavos y escupiéndolos a todo aquel que se acerca.

Y de hecho, su mayor afición, es maldecir a la gente, utilizando para ello todo tipo de sistemas de lo más rebuscados y excéntricos. Este es el caso de su prima Michina, contra la que Sôichi emprenderá una injustificada cruzada por hacerle imposibles sus vacaciones de verano, abordando con esto la primera historia de este volumen.

Tras ser introducido así este despreciable personaje, le veremos en toda una serie de historias en las que continuará haciéndole la vida imposible a sus semejantes con sus peculiares habilidades las cuales, realmente, nunca llegamos a tener claro hasta que punto funcionan.

Las caprichosas maldiciones de Sôichi

Así iremos viendo a las sucesivas víctimas del chiquillo, entre las que encontraremos a destacar su tutor, un hombre que ha decidido remediar la conducta de Sôichi, y que por supuesto, solo encontrará el horror en su camino, dando inicio en clase a un caso de sustitución de cuerpos por animados muñecos de trapo que los reemplazan.

Con estas escalofriantes historias, el gran sensei Junji Ito nos presenta su peculiar concepto del humor negro de las formas más variadas,.

Una vez más, nos fascina con unos relatos en los que sin complejos echa mano a las escenas más repugnantes y retorcidas para dar cada ciertas páginas una vuelta de rosca más; una habilidad que parece darle la potestad para imprimir en sus viñetas las más repugnantes pesadillas.

Todo esto por supuesto aderezado magistralmente con su peculiar estilo de dibujo, que parece retratar estas escenas con una exactitud que en ocasiones se antoja incluso demasiado detallista, provocando que algo en nuestro interior se estremezca ante una ambientación que nos repulsa.

Junji Ito
Junji Ito (prefectura de Gifu, Japón; 1963), pronto se mostró interesado por la historieta, espoleado por los dibujos de su hermana mayor y por la huella que le dejó la lectura de un manga de terror obra de Kazuo Umezu y aunque pronto mostró su buen hacer a través de historias remitidas a revistas como Nemuki’s Halloween, Bizarre Tales of Sleepless Nights o Big Comic Spirits, en primera instancia orientó su carrera profesional a la Odontología; pero el talento que atesoraba era demasiado evidente, de modo que finalmente centró todos sus esfuerzos en su carrera como mangaka.

El buen hacer mostrado en Tomie (1997) obtuvo su reconocimiento en el Premio Kazuo Umezu a la Excelencia; un éxito refrendado con Uzumaki (1998), y otros títulos publicados por ECC Ediciones, como Gyo (2001-2002) o Black Paradox (2009), con los que se ha ganado a pulso la condición de maestro del género de terror.