Fandogamia Editorial nos trae este próximo 14 de julio el lanzamiento del primer volumen (de tres) de LOVE IN HELL, una comedia de humor absurdo en clave de ecchi de esas que tanto nos gustan a los otakus.
Pero antes de pasar a hablar de la obra de Reiji Suzumaru, echemos un breve vistazo a la edición que la cada vez más veterana editorial nos ofrece de la misma.
Como ya vienen a tenernos acostumbrados a estas alturas, esta nueva adición al catálogo de la #lineayamanote nos llega en un más que adecuado rústica con sobrecubiertas de 18 x 13 centímetros, lo que vendría a ser un clon perfecto de la edición japonesa en tankoubon de Jigokuren - LOVE in the HELL (地獄恋 ジゴクレン ラブ イン ザ ヘル), título original de lo que tenemos entre manos.
Como ya os decíamos, se trata de una colección cerrada de tres números, la cual fue publicada en Japón entre 2011 y 2013 en la revista seinen Web Comic High! de Futabasha, tras lo que en marzo de 2015 fue lanzado el spinoff Jigokuren - Death Life.
Pero a ver, ¿de qué va esta locura? ¿Que me va a ofrecer este tomo manga rosa chicle?
Pongámonos en situación.
Rintaro es un don nadie de 27 años sin nada bueno ni malo a esperar de la vida que, durante una borrachera doméstica, pisa mal y se abre la crisma, muriendo en el acto.
Pero este apacible nini sin remedio, cuando piensa que todo lo malo ha pasado y que le aguardan las delicias del paraíso, se da otra hostia aun mayor.
Y es que, por algún motivo que no alcanza a comprender (pero que seguramente esté relacionado con haber sido un inútil y un vago redomado toda su vida), su alma termina yendo a parar derechita al Infierno, dónde aparece literalmente en pelota picada.
Una sorpresa a la que sigue otra más cuando encuentra esperándole en el Yomi a una Oni (diabla) muy adorable llamada Koyori: una chica con aspecto aniñado, bastante empanada e inocente (sobretodo teniendo en cuenta su cargo) a quién le han asignado como primer condenado a nuestro despreciable protagonista.
Tras un primer encuentro repleto de un rebuscado y extraño erotismo bizarro - el cual podemos consultar en la imagen adyacente -, el condenado termina comprendiendo que realmente se encuentra bajo responsabilidad de Koyori, y que para poder redimir sus pecados y, de paso, poder comprarse unos gayumbetes para taparse las vergüenzas, debe verse sometido a todo tipo de torturas, martirios, dolores y sufrimiento vario.
Vamos, lo habitual cuando te mandan al Hades o cuando logras un empleo a jornada completa.
Tras meterse en materia en su horripilante situación (perdiendo la sesera por el camino literalmente), darán inicio las peculiares aventuras de Rintaro, en las que básicamente le veremos pillar tortazos a mansalva por un lado o por otro, creando todo tipo de situaciones ridículas a su alrededor, en parte por su incompetencia y depravación, por lo bestiaja que es la adorable yandere de Koyori, o bien simplemente por lo absurdo del día a día del infierno.
Con esto nos encontramos ante una obra en la que se prima por encima de todo el humor carente de lógica y la teta gratuita, lo cual sumado a las denigraciones sufridas por Rintaro nos deja unos ingredientes sencillos pero que logran lo que buscan: el cachondeo sencillo, sin complicaciones y satisfactorio que todo otaku medio busca en este tipo de obras.
Pongámonos en situación.
Rintaro es un don nadie de 27 años sin nada bueno ni malo a esperar de la vida que, durante una borrachera doméstica, pisa mal y se abre la crisma, muriendo en el acto.
Pero este apacible nini sin remedio, cuando piensa que todo lo malo ha pasado y que le aguardan las delicias del paraíso, se da otra hostia aun mayor.
Y es que, por algún motivo que no alcanza a comprender (pero que seguramente esté relacionado con haber sido un inútil y un vago redomado toda su vida), su alma termina yendo a parar derechita al Infierno, dónde aparece literalmente en pelota picada.
Tras un primer encuentro repleto de un rebuscado y extraño erotismo bizarro - el cual podemos consultar en la imagen adyacente -, el condenado termina comprendiendo que realmente se encuentra bajo responsabilidad de Koyori, y que para poder redimir sus pecados y, de paso, poder comprarse unos gayumbetes para taparse las vergüenzas, debe verse sometido a todo tipo de torturas, martirios, dolores y sufrimiento vario.
Vamos, lo habitual cuando te mandan al Hades o cuando logras un empleo a jornada completa.
Con esto nos encontramos ante una obra en la que se prima por encima de todo el humor carente de lógica y la teta gratuita, lo cual sumado a las denigraciones sufridas por Rintaro nos deja unos ingredientes sencillos pero que logran lo que buscan: el cachondeo sencillo, sin complicaciones y satisfactorio que todo otaku medio busca en este tipo de obras.