Vagando por los
túneles de la estación de Shinjuku, Yosuke Mikura hace un extraño
descubrimiento: una mujer aparentemente sin hogar que puede citar poesía
francesa. Su nombre es Bárbara.
Creo que Osamu Tezuka
no necesita de presentación alguna, así que me centraré en mis impresiones
generales sobre esta nueva obra que ha editado ECC dentro de su catálogo “Dios
del manga”.
Bárbara fue
publicada originalmente entre los años 1973 y 1974 en dos tomos y desde su
mismo inicio fue una obra maltratada por crítica y público (el mismo Tezuka
tuvo que introducir una buena ración de ocultismo en su segunda parte para
intentar contentar a todo el mundo), incluso el propio autor confiesa que no es
una obra demasiado trabajada, pero eso no impide que sea un título que se
disfruta plenamente de principio a fin.
Tras la lectura de esta obra nos queda la sensación de obra
extraña y un tanto psicotrópica, ya
que de un momento a otro se pasa de unos capítulos donde priman los impulsos
sexuales y las situaciones extremas a un análisis un tanto irónico sobre el
arte y una metáfora de la creación de la cultura.
Como lector de cómics desde hace muchísimos años siempre
intento indagar un poquito más en las lecturas que caen en mis manos y veo un
paralelismo entre el devenir de los personajes y la propia carrera de un Osamu Tezuka quizás “en horas bajas”, a lo que me lleva a que en nuestro
país últimamente se están reeditando sus obras más oscuras, más duras, las más
adultas, ofreciendo así al gran público la otra faceta de uno de los mejores
autores de la historia del cómic.
Para ir finalizando,el Maestro Tezuka
juega en estas páginas con el uso del espacio, descompone las viñetas a su
antojo, usa un ritmo cinematográfico e introduce rupturas de tono y estilo, lo
que conlleva un estilo propio y totalmente reconocible.