Cómic: "Dos holandeses en Nápoles" de Álvaro Ortiz, novedad de julio de Astiberri.

Dos holandeses en Nápoles
Dos holandeses en Nápoles
Álvaro Ortiz

Color. Rústica
28 páginas. 14,8 x 21 cm.
Colección Lecturas Compulsivas
Coedición con el Museo Thyssen-Bornemisza
A la venta el 1 de julio

Caravaggio en viñetas

El dibujante Álvaro Ortiz se acerca a la figura del pintor italiano y a sus más fieles seguidores holandeses en un cómic de tono gamberro coeditado con el Museo Thyssen-Bornemisza, que se presentará el próximo miércoles 6 de julio

Con motivo de la exposición Caravaggio y los pintores del norte, inaugurada en el madrileño museo Thyssen-Bornemisza el pasado 21 de junio, el dibujante Álvaro Ortiz ha creado un cómic en torno a la figura del célebre pintor italiano y su influencia en el círculo de pintores del norte de Europa que, fascinados por su obra, difundieron su estilo.

La exposición pone de relieve el legado de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) y ofrece una idea de la diversidad de las reacciones causadas por su pintura, en particular las de sus más destacados seguidores en Holanda, Flandes y Francia, como Dirck van Baburen, Gerard van Honthorst, Hendrick ter Brugghen, David de Haen, Nicolas Régnier, Louis Finson o Simon Vouet, Claude Vignon, Nicolas Tournier y Valentin de Boulogne.

Álvaro Ortiz, el autor de Cenizas (Astiberri, 2012), Murderabilia (Astiberri, 2014) y Rituales (Astiberri, 2015), se apropia del hilo conductor de la exposición del Museo Thyssen-Bornemisza en clave de humor para dar vida a Gerard van Honthorst y Dirck van Baburen, dos de los muchos pintores holandeses que a principios del siglo XVII dejaron su país para instalarse en Roma, epicentro del mundo del arte en aquella época. En un momento determinado de sus vidas, ambos pintores acuerdan tomarse unos días libres para viajar a Nápoles con la excusa de ver los retablos que pintase durante su estancia en la ciudad otro artista, su admirado Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio, fallecido unos años antes. En realidad, ver los retablos sólo es una excusa, ya que Van Honthorst le ha ocultado a su amigo el verdadero objetivo del viaje.

Álvaro Ortiz ya había plasmado anteriormente en cómic la figura de Caravaggio en su novela gráfica Rituales (Astiberri, 2015), que estuvo nominada a mejor obra de autor español en la pasada edición del Salón del Cómic de Barcelona. En uno de los capítulos de Rituales, el protagonista está realizando una biografía en cómic de Caravaggio y viaja a Malta, la isla donde el pintor se exilió tras haber cometido un asesinato, lo que permite a Ortiz desgranar leyendas urbanas sobre el artista lombardo, además de añadir elementos fantásticos y mucho humor. Dos holandeses en Nápoles da continuación a este capítulo de Rituales dedicado a la agitada vida de Caravaggio.


Álvaro Ortiz
Álvaro Ortiz (Zaragoza, 1983) estudió diseño gráfico en la Escuela Superior de Diseño de Aragón e ilustración en la Escola Massana de Barcelona. Después de ganar varios concursos de cómic –entre ellos, el Injuve en 2003–, participar en álbumes colectivos comoTapa roja y Lanza en astillero de la editorial Sins entido, y de varias autoediciones, en 2005 publica Julia y el verano muerto, al que seguiría en 2009 Julia y la voz de la ballena, ambos publicados en Edicions de Ponent.






Michelangelo Merisi (Caravaggio)
Se formó con Simone Peterzano en Milán, donde está documentado en 1584. En 1592 se encontraba en Roma, donde frecuentó el taller del Caballero de Arpino y de Antiveduto Grammatica. En 1594 Caravaggio conoció al que fue su primer protector, el cardenal Del Monte, para quien pintó, entre otras obras, La cabeza de Medusa, y La buenaventura. Su primer encargo importante fueron los lienzos con la vida de san Mateo para la capilla Contarelli de San Luis de los Franceses (1599-1600), a los que siguieron los de Santa María del Popolo (1600-1601). Caravaggio realizó encargos para algunos de los más importantes mecenas del momento. Sin embargo, muchas de sus obras encontraron una fuerte oposición y fueron rechazadas: existía en torno al pintor un ambiente hostil, propiciado probablemente tanto por una alegada falta de decoro, como por sus constantes problemas con la justicia. En 1606, con motivo de un serio incidente, fue condenado a muerte. Obligado a abandonar Roma, se trasladó a Nápoles, ciudad en la que su pintura causó un especial impacto. Desde este momento la vida de Caravaggio se convirtió en una constante huida.