Recientemente, Ediciones Tomodomo lanzaba al mercado el segundo volumen del manga El Pupitre de al Lado, una comedia de corte costumbrista que, si bien se aleja del catálogo boys love al que nos tiene acostumbrado la editorial, aporta una pizca de aire fresco a nuestras estanterías con las buenas vibraciones de sus tronchantes historias.
Tonari no Seki-kun (となり の 関 くん), como se conoce la obra por las tierras niponas de las que que es origen, es una serie abierta que hasta la fecha tiene siete volúmenes publicados en Japón, siendo este último publicado el pasado 23 de abril de 2015.
Contando con guiones y arte de Takuma Morishige, inició su camino como un one-shot en 2010, antes de ser serializado en las páginas de la publicación Comic Flapper de Media Factory.
En 2014 dio el salto a la pequeña pantalla en un anime producido por Shin-Ei Animation dirigido por Yūji Mutoh.
Tomodomo nos brinda la oportunidad de disfrutarlo en nuestras tierras en cadencia bimestral gracias a una edición idéntica a la japonesa, en una rústica con solapas de 12,8 x 18,2 centímetros en cuyo interior encontramos 168 páginas en blanco y negro.
Mi compañero Seki.
La premisa que nos ofrece este manga es tan simple como original.
Yokoi es una muchacha normal de secundaria que intenta atender en clase, pero junto a ella se encuentra la mayor distracción que puede existir en el universo: su compañero Seki.
Seki pasa absolutamente de lo que tengan que impartir en clases. Esto podríamos decir que es lo más normal en esta edad, pero el muchacho no se contenta con echar una cabezadita.
En su lugar, el bueno de Seki está totalmente decidido a distraerse durante los tediosos periodos lectivos con toda una variedad de aficiones descabelladas capaces de desafiar a la lógica universal.
Seki no se va a poner ha hacer dibujitos, no.
Seki se montará un ajedrez para jugar con sus fichas como si fueran gigantescos kaijuu japoneses, se montará toda una administración de correo entre sus compañeros, sacará varios gatos a los que arrullar durante las clases o se pondrá ha hacer espeleología de la forma más profesional posible.
Para ello llenará su pupitre de todo tipo de artefactos y material profesional para hacerlo todo a lo grande, siendo capaz por algún tipo de arte de magia de que nadie lo pille con las manos en la masa.
Por desgracia para Yokoi, esto la vuelve absolutamente loca.
Como su vecina de pupitre, estas distracciones que se monta Seki la llevan de cabeza, y aunque la pobre muchacha intenta que Seki se deje de tonterías para prestar atención a clase, lo único que consigue es terminar siendo absorbida por la particular habilidad de Seki, perdiendo por completo su atención en las clases para montarse su propia paranoia sobre los juegos de los que disfruta su compañero.
Esto la sume en la más absoluta desesperación, provocando una buena serie de gags más que divertidos, en los que podemos ver a Seki montándose sus aficiones elaboradisimas mientras Yokoi se pierde en sus propias fantasías y su desbordada imaginación.
Con esta base, sensei Morishige desarrolla un manga estructurado en forma de gags autoconclusivos con una narrativa ágil a la que no le falta gracia en los que Seki y Yokoi dejan despegar sus mentes para ofrecer cada vez una nueva situación más surrealista que la anterior, resultando en un manga repleto de buen humor que no decepcionará a nadie en absoluto, y que además goza de un dibujo que ayudará a que cojamos cariño a sus protagonistas a na velocidad asombrosa.
Sin duda, una apuesta fuerte por parte de Tomodomo que, inevitablemente, nos arrancará una buena carcajada a todos sus lectores.
